miércoles, 26 de marzo de 2014

Al borde de una ataque de nervios...

Estábamos en el coche, eran las 5:00 y yo había quedado con su madre a las 4:30 en un parking… los niños ya estaban que no se aguantaban quietos…
Ahora me siento aquí, ahora me pongo de rodillas, me siento del revés, pongo los pies en el asiento, le hago cosquillas a mi hermano, ahora le pego, ahora chillo, me rio, lloro…..
Yo estaba de los nervios… no sé cuántas veces había repetido las frases,  siéntate bien, no chilles, no le pegues, os vais a hacer daño…. POR FAVOR PARAR!   
Sin embargo era como hablarle a un muro…

Por un momento perdí los nervios… sentí como mi estómago se llenaba de rabia e impotencia… me giré y miré fijamente a mis niños con la intención de soltarles una buena regañina… Sin embargo, los miré a la cara y en su sonrisa se reflejaba la felicidad y alegría más grande que nunca he visto, y en sus ojos… en sus ojos se intuía esa preciosa inocencia, esa inocencia que me recordó que son niños, que no es su culpa..… son pequeños seres llenos de energía y vitalidad, pequeñas personitas que necesitan correr, saltar jugar…. Necesitan vivir su vida como si no hubiera mañana y disfrutar……y yo tenía dos de esas pequeñas personitas rebosantes de energía encerradas en la parte detrás de mi coche, que podía esperar!??

Por un momento me vi a mi misma de pequeña… me vi a mí y me acorde que yo era mil veces peor que ellos, que yo no podía estar ni un segundo quieta, necesitaba correr, saltar, cantar, necesitaba continuo movimiento en mi misma…  recuerdo que sacaba de sus casillas a cualquiera…  y de hecho, aun con 21 años sigo siendo incapaz de estar mucho tiempo parada, quizá por eso  me puse tan nerviosa en el coche, quizá no era el verlos a ellos no parar, era el tener que contenerme a mí misma..

Es por eso que al mirarlos, mi cara cambió por completo… al verlos no pude evitar que una sonrisa se escapara de mi interior, no pude evitar que mi yo “pequeño” saliera a la luz y empatizara  completamente con mis pequeños rubitos.
Y así fue, como una espera que se me estaba haciendo ETERNA se convirtió en un  gran y fugaz momento lleno de sonrisas, y es que el tiempo pasa más rápido cuando te lo estás pasando bien.






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